«Que usemos la misma lengua no significa que hablemos el mismo idioma»
Articulo escrito por Núria Tomás e Inés Terricabras, cofundadoras de «Enffoque» Coaching, Formación y Consultoría
Miramos lo mismo y vemos cosas distintas, me decía mi compañero Félix el otro día mientras conducía por la Diagonal. Justo pasábamos por delante del edificio de la facultad de derecho y mientras él estaba viendo un edificio con un encanto determinado, yo estaba viendo algo totalmente distinto. ¡Era el mismo edificio!, ¡estábamos los 2 ahí! Pero para cada uno de nosotros era un edificio distinto…
¿Te has preguntado alguna vez cómo puede ser que miremos lo mismo y veamos cosas distintas?
¿Te has preguntado alguna vez cómo puede ser que estemos teniendo una conversación con alguien y los dos estemos entendiendo cosas diferentes?
Te hablo y no me entiendes, te oigo, pero no te escucho…
¿Cómo es posible que nos podamos comunicar, en directo, con casi cualquier parte del planeta y tengamos dificultad para comunicarnos con nuestro hijo adolescente, que está sentado al otro lado del sofá, o con esa compañera de trabajo, con la que comparto despacho?
Y es que no es lo mismo la conexión que la comunicación. La conexión nos la facilita la tecnología, la comunicación nos la hemos de trabajar nosotros mismos y debemos practicarla, ejercitarla. La comunicación tiene un componente humano, que la conectividad no tiene; por eso la empatía facilita tanto la comunicación mientras que es absolutamente irrelevante para la conectividad.
Y es que la comunicación no es tan fácil como parece. Que usemos la misma lengua, no significa que hablemos el mismo idioma.
Nos puede parecer normal ver un mismo edificio y hacer una interpretación de lo que puede ser, totalmente diferente que la que hace la persona que nos acompaña, en cambio, no vemos tan normal que ante una conversación cotidiana la interpretación sea distinta.
Valdría la pena recordar: “Miramos lo mismo y vemos cosas distintas”
“Oímos las mismas palabras y las interpretamos de diferente manera”
No somos meros receptores de las señales que recibimos del exterior, como si fuéramos un televisor. Todas esas señales que captamos con nuestros sentidos, pasan por el filtro de la mochila que cada una de nosotras llevamos siempre pegada a la espalda, esa mochila que hemos ido llenando con nuestras vivencias. A esto le tenemos que añadir la emoción que tenemos en ese momento. Si estoy enfadada no miro, ni escucho de la misma manera que cuando estoy contenta.
Así pues, todo lo que ocurre a nuestro alrededor, lo interpretamos con nuestros filtros, con nuestras gafas del color que llevamos ese día, opinamos cada vez que vemos, cada vez que olemos, cada vez que escuchamos…
Con este panorama lo raro es que nos entendamos.
¿Qué podemos hacer entonces para comunicarnos mejor?
Lo primero es olvidar que la otra persona va a interpretar lo mismo que yo al 100%. Eso es imposible, ya que tenemos mochilas distintas, pero sí que podemos aspirar a una comunicación más efectiva, al menos sin tantos males entendidos.
El segundo paso es reconocer que al ser personas distintas, podemos interpretar de manera diferente, esto ya nos da un perfil más tolerante.
El tercer paso es asumir que tengo un plus de responsabilidad, tanto si soy yo el que hablo, como si soy yo el que escucho.
Un cuarto paso es no dar por hecho que nos estamos entendiendo mutuamente. Por un lado, como emisor, podemos pedir a nuestro interlocutor que nos diga con sus palabras qué es lo que ha entendido; por otro lado, como receptor, podemos usar la mágica herramienta de la pregunta; ¿lo que estás queriéndome decir es esto?
Y si a todo esto, hablamos utilizando ejemplos, nos aseguramos que lo que contamos le interesa al otro, usamos un vocabulario para que nos entienda y un tono y un volumen adecuado, tenemos más puntos de que la comunicación mejore.
¡Ah! Y no olvidemos incorporar un toque de humor. El humor siempre ayuda.
¿Imaginas cuanto más efectiva puede ser tu comunicación?
¿Imaginas cuantos malos entendidos te puedes ahorrar?
En el terreno personal podemos ver fácilmente los beneficios de una buena comunicación con las personas que nos rodean.
¿Y en lo profesional? ¿Imaginas de qué manera te puede ayudar mejorar tu comunicación?
En definitiva, las empresas están llenas de personas, personas que se comunican entre ellas durante las 8 horas de trabajo. Personas que a diario tienen que ponerse de acuerdo y coordinar acciones para llevar a cabo sus proyectos. Si la comunicación entre ellas no fluye y en definitiva no funciona, la que no termina por funcionar es la empresa en sí misma.
Uno de los factores que marca la diferencia entre una empresa más y una empresa de éxito es, sin duda, la capacidad de comunicación que tienen sus empleados.
Si apuestas por una buena comunicación entre los trabajadores de tu empresa, estarás apostando por unos mejores resultados financieros.
Personas que aprenden organización que evoluciona.
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