El estrés es un sentimiento de tensión física o emocional. Puede ser su causa una situación o pensamiento que nos haga sentir frustrado, furioso o nervioso. Es importante diferenciar entre estrés agudo y estrés crónico.
Agudo: estrés a corto plazo y desaparece rápidamente.
Crónico: puede durar en el tiempo semanas o meses y tener graves consecuencias de salud.
Si nos encontramos en una situación de estrés crónico, el cuerpo vive constantemente en alerta incluso sin ningún motivo. Con el tiempo pueden aparecer problemas de salud a consecuencia de esta tensión mantenida como: tensión arterial alta, depresión, ansiedad, eczemas, alteraciones del ciclo menstrual entre otras.
Habitualmente podemos detectar ciertas «pistas» de que el estrés nos está afectando y las hemos de tener en cuenta: diarrea o estreñimiento, mala memoria, dolores de cabeza, dolores cambiantes y achaques diversos, falta de concentración, problemas sexuales, rigidez de cuello o mandíbula, molestias de estómago, aumento o disminución de peso, consumo de alcohol para relajarse… Aquí es muy importante parar para poder darnos cuenta de que está pasando.
Son muchas las causas que pueden llevarnos a tener estos síntomas sin haberse dado ni cuenta, como puede ser: pérdida de un ser querido, divorcios, mudanzas, pérdida o cambio de trabajo, jubilación, tener un bebé, problemas con los hijos, tener una enfermedad grave, problemas en el entorno familiar, personas mayores a tu cargo y un etcétera variado y amplio.
Los estudios nos confirman que las mujeres son más propensas a sufrir estrés.
Dentro del mundo de la empresa, directivas, empresarias y de las profesionales liberales no hay excepción y el estrés afecta sin piedad a estas mujeres. Muchos de los síntomas de estrés que antes comentaba, aparecen de manera paulatina y silenciosa hasta que llegan a alterar el día a día de la persona que lo sufre. La falta de tiempo y las responsabilidades acumuladas harán la mezcla precisa.
Muchas veces cuesta detectar al culpable de estos variados síntomas y reconocer como causa el estrés. Nos acostumbramos a ir añadiendo tareas y responsabilidades sin apenas darnos cuenta, sin valorar el poco tiempo disponible así como el paso de los años. Aunque la capacidad mental y los recursos personales, son en la mayoría de casos, mejores a los 50 que a los 25, la resistencia física no lo es.
Esta es una de las realidades que encontramos diariamente en nuestra consulta.
Mediante los tratamientos de acupuntura vamos a regular la energía de la persona, a equilibrar y a intentar restablecer el estado de salud. Mediante unas pequeñas e indoloras agujas y una exhaustiva historia clínica previa valoraremos los síntomas y estado energético de cada persona para recobrar el bienestar. El mero hecho de implantar las pequeñas agujas libera unas hormonas llamadas endorfinas que producen sensación de bienestar al poco rato. Este efecto facilita que la paciente sienta mejoría desde las primeras sesiones.
Dentro de la vorágine del día a día es imprescindible encontrar un oasis durante la semana para poder cuidarnos y que estos síntomas como el insomnio, el apretar los dientes por la noche o la irascibilidad no sean la puerta de entrada de algún mal mayor.
Tu mayor responsabilidad eres tu misma. Nadie se puede cuidar por ti.
Artículo escrito por Dra. Margarita Legórburu para Women 360° Congress